Ser una mujer ordinaria y común, es en nada deseado por
cualquier persona. Toda mu
jer quiere ser una mujer extraordinaria. Siempre he
creído que la diferencia entre una mujer ordinaria y una extraordinaria es ese
pequeño “extra”, que una mujer puede agregar a su vida. El dar la milla extra, dar una hora extra,
avanzar un kilómetro adicional a la meta, trabajar un poco más que los demás,
son “extras”, no requeridos y no necesitados, pero es exactamente lo que te
vuelve una mujer extraordinaria. Solo necesita activar sus capacidades de
“extra” ordinaria, ya de por si una mujer tiene la capacidad de hacer cosas
extras, pero sin duda alguna se acomoda al trajín de cada día y se olvida de lo
extra que podría realizar hoy, para convertirse en esa mujer
extraordinaria.
Las mujeres tienen características extraordinarias, tienen
más alto umbral del dolor, tienen fuerzas extras luego de trabajar fuera de
casa, cumplen con las tareas del hogar, hacen negocios e inician empresas. La Biblia nos relata muchos casos de mujeres
que decidieron no conformarse con su
situación y se lanzaron a la aventura de
emprender nuevas cosas. Como el caso de Ruth que deja su familia y su nación
para acompañar a su suegra Noemí, o el caso de Lidia que trabajaba para
sostener la obra de los apóstoles. Pero
el caso de la mujer de Proverbios 31 es el que más desafía. Dice que es una mujer virtuosa, llena de
fuerza y de valor. Una mujer que se dedica a cuidar a su familia, con la misma
osadía con que emprende negocios y trabaja de noche, dando el pequeño “extra”
que la vuelve una mujer extraordinaria.
Es tiempo de activar tu capacidad de hacer ese “extra” que te
convertirá en una mujer única, ¡una mujer extraordinaria!
“Ciñe
de fuerza sus lomos, y esfuerza sus brazos. Ve que van bien sus negocios; Su
lámpara no se paga de noche”
Proverbios 31:17-18
Proverbios 31:17-18
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