Al igual que
las aves las mujeres anhelamos volar, es una sensación interna
irresistible. Es como estar al volante
de un auto deportivo, listas para acelerar y despegar. Tenemos sueños, aspiraciones, deseos de tener
una familia, una carrera, un esposo, una casa, un ministerio; tanto para ser y
para dar.
Es claro que
para poder volar es indispensable est
ar libre, y aunque no nos demos cuenta,
vivimos prisioneras de nuestros propios temores y autolimitaciones. Cuando nuestros sueños se contrastan con la
realidad que vivimos, nos damos cuenta de lo incapaces que somos de extender
las alas y volar, estamos paralizadas por los golpes de la vida, por la falta
de salud, la falta de finanzas, los vicios y el mal carácter. Son factores limitantes que nos impiden
lanzarnos y atrevernos a volar. Las
buenas noticias son que Dios preparo un plan para libertarte, y darte la
capacidad de volar. Cristo dio su vida para que podamos ser libres de todo
pecado que nos mantiene atadas como un yugo de esclavitud. Cristo te hace libre
de todo temor, y te dispone para lanzarte y volar. ¡Una mujer libre del yugo de
la esclavitud esta lista para volar y alcanzar su propósito eterno!
“Estad, pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de la esclavitud.”
Gálatas 5:1
