Las madres de todas las especies animales
tienen por instinto un mecanismo de lucha y protección por sus crías. Puedes ver imágenes de cómo los animales
hembras de diferentes especies arriesgan su vida por defender a sus crías, es como tener incorporado un chip de
defensa por su descendencia. Este
sistema de defensa tiene la finalidad de
preservar la vida de dicha especie. Es
impresionante ver a un antílope pelear contra un grupo grande de hienas
feroces, que arremeten contra la cría
pequeñita de la hembra antílope, o un
puma hembra pelear contra un oso tres veces su tamaño cuando ataca su cría. Los animales arriesgan su vida
por defender a sus crías, no piensan en
su comodidad, no se conforman con ver
como el adversario es tan grande y temerario por lo cual decir “mi causa está
perdida, mejor huyo, abandonando a mi cría” No, nunca dirían eso. No importa lo imposible que sea su
causa, la meta es sobrevivir ella y su
cría. Los seres humanos somos iguales,
no nos vayan a tocar a nuestros hijos porque sacamos las armas que tengamos
para defenderles. Somos por instinto
Madres Guerreras, como los animales. La
diferencia está en las armas que usamos para defender a nuestros hijos e hijas. Si tenemos armas carnales y humanas en
nuestro arsenal esas usaremos, pero si
tenemos armas espirituales y poderosas
en Dios, esas armas son nuestro mejor recurso para obtener la victoria. A las
madres no les importa arriesgar su vida misma por proteger a su
descendencia. Sin embargo hay madres que
se cansan de luchar y orar por sus hijos,
se debilitan y claudican en su
empresa de defender y proteger. Por la
falta de fe, corren el peligro que se les debiliten las manos y dejen de ser madres guerreras.Una de las
consecuencias de alejarse de Dios es que las manos se cansen de interceder y
velar por sus hijos, como lo describe la Palabra de Dios, en Deuteronomio 28:32
“Tus hijos y tus hijas serán entregados a
otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no
habrá fuerza en tu mano.” Lo cual
indica que no es suficiente suspirar por un hijo que se marchó de casa, o que
le va mal en la escuela, o que no ve la provisión de Dios, suspirar y desear no basta.
Quejarse y angustiarse tampoco son efectivos, lo único que puede traer esperanza es
fortalecerte en Dios, guerrear y pararte en la brecha por la vida de tus hijos
e hijas. Dios está levantando madres
que se arriesguen, madres
diligentes, madres valientes que guerreen
y peleen la batalla en los ambientes espirituales, para mudar los cielos a
favor de sus hijos e hijas. La
debilidad y el desánimo, serán siempre
un oponente diario, mientras que la
obediencia a Dios y la búsqueda continua de
Dios te llevaran a creer en Sus promesas, eso animará tu fe y te fortalecerán para que
cumplas con tu papel de madre que protege y defiende. Dios te llama a clamar de día y de noche por
la vida de tus hijos e hijas, te llama a
ser esforzada y atrevida, a ser una madre guerrera que sabe usar las
armas que Dios te ha provisto: la oración, el ayuno, y la Palabra de Dios. Atrévete a ser valiente, atrévete a ser
una Madre de Guerra que sabe el poder que hay en el nombre de Jesús y va segura a
obtener la victoria!
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