Son la minoría,
pero las hay. Son mujeres que se atreven y toman el riesgo de ir a la vanguardia, abren brecha
en la lucha contra las tradiciones, se deciden por la verdad, sin importar que
otros les den su visto bueno. Estar a la vanguardia es estar adelante que
otros, el significado original de vanguardia hace referencia a la parte de una
fuerza armada que va delante del cuerpo principal. La vanguardia está
constituida por las primeras líneas de la formación de combate.
Las mujeres que se atreven a ser diferentes y no seguir la corriente que
domina en la sociedad, son mujeres de vanguardia. Las mujeres que se atreven a ir a la
vanguardia se exponen a veces a la burla de sus amigas y sus familiares; las mujeres de vanguardia casi siempre
reciben rechazo por parte de los que son tradicionalistas, a pesar de eso son
valientes y permanecen. Por esta razón no es fácil ser una mujer de
vanguardia, pero se hace necesario, si
quieres ver lo bueno que tiene Dios para ti, tienes que renovarte. La Biblia nos dice que no nos conformemos al
pensamiento de este mundo, que nos
esforcemos por ser renovadas en nuestra
forma de pensar, Romanos 12:2 “No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”. Muchas mujeres aun no han comprobado la
buena voluntad de Dios para sus vidas, que es agradable y perfecta, sencillamente porque quieren seguir haciendo
y viviendo lo mismo. Para ser mujer de
vanguardia, que se atreve a ser
diferente, necesitas empezar por los pensamientos. Es solamente cambiando la manera de pensar,
que cambiara tu manera de vivir. Si
quieres vivir siempre en lo mismo, las mismas peleas, las mismas formas de ver
la vida, la misma poca fe, y poca
esperanza difícilmente podrás ver las grandes y maravillosas promesas que Dios
tiene para ti, la clave está en
renovarte. La clave está en
atreverte, Dios quiere que tú lo
compruebes por ti misma, cuando le crees
a Dios, las cosas cambian. Cuando obedeces su palabra tu vida va a ser
reafirmada, tu vida va a ser
trasformada. Pero para poder creerle a
Dios, debes de cambiar como piensas
hoy, debes atreverte a
pensar diferente, ¿te van a
rechazar? quizás; ¿se van a burlar? probablemente; pero nada de eso detiene a la mujer valiente,
que se atreve a ir en las primeras filas y abrir camino donde no lo hay. Dios anhela ver mujeres valientes que se levantan
a creerle a Él y desafiar a su generación con tal de mostrarles las grandes
maravillas que Dios tiene para sus familias y para su futuro. Atrévete, se una de esas mujeres de
vanguardia!
“El
fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre.” Eclesiastés 12:13
Las madres de todas las especies animales
tienen por instinto un mecanismo de lucha y protección por sus crías. Puedes ver imágenes de cómo los animales
hembras de diferentes especies arriesgan su vida por defender a sus crías, es como tener incorporado un chip de
defensa por su descendencia. Este
sistema de defensa tiene la finalidad de
preservar la vida de dicha especie. Es
impresionante ver a un antílope pelear contra un grupo grande de hienas
feroces, que arremeten contra la cría
pequeñita de la hembra antílope, o un
puma hembra pelear contra un oso tres veces su tamaño cuando ataca su cría. Los animales arriesgan su vida
por defender a sus crías, no piensan en
su comodidad, no se conforman con ver
como el adversario es tan grande y temerario por lo cual decir “mi causa está
perdida, mejor huyo, abandonando a mi cría” No, nunca dirían eso. No importa lo imposible que sea su
causa, la meta es sobrevivir ella y su
cría. Los seres humanos somos iguales,
no nos vayan a tocar a nuestros hijos porque sacamos las armas que tengamos
para defenderles. Somos por instinto
Madres Guerreras, como los animales. La
diferencia está en las armas que usamos para defender a nuestros hijos e hijas. Si tenemos armas carnales y humanas en
nuestro arsenal esas usaremos, pero si
tenemos armas espirituales y poderosas
en Dios, esas armas son nuestro mejor recurso para obtener la victoria. A las
madres no les importa arriesgar su vida misma por proteger a su
descendencia. Sin embargo hay madres que
se cansan de luchar y orar por sus hijos,
se debilitan y claudican en su
empresa de defender y proteger. Por la
falta de fe, corren el peligro que se les debiliten las manos y dejen de ser madres guerreras.Una de las
consecuencias de alejarse de Dios es que las manos se cansen de interceder y
velar por sus hijos, como lo describe la Palabra de Dios, en Deuteronomio 28:32
“Tus hijos y tus hijas serán entregados a
otro pueblo, y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no
habrá fuerza en tu mano.” Lo cual
indica que no es suficiente suspirar por un hijo que se marchó de casa, o que
le va mal en la escuela, o que no ve la provisión de Dios, suspirar y desear no basta.
Quejarse y angustiarse tampoco son efectivos, lo único que puede traer esperanza es
fortalecerte en Dios, guerrear y pararte en la brecha por la vida de tus hijos
e hijas. Dios está levantando madres
que se arriesguen, madres
diligentes, madres valientes que guerreen
y peleen la batalla en los ambientes espirituales, para mudar los cielos a
favor de sus hijos e hijas. La
debilidad y el desánimo, serán siempre
un oponente diario, mientras que la
obediencia a Dios y la búsqueda continua de
Dios te llevaran a creer en Sus promesas, eso animará tu fe y te fortalecerán para que
cumplas con tu papel de madre que protege y defiende. Dios te llama a clamar de día y de noche por
la vida de tus hijos e hijas, te llama a
ser esforzada y atrevida, a ser una madre guerrera que sabe usar las
armas que Dios te ha provisto: la oración, el ayuno, y la Palabra de Dios. Atrévete a ser valiente, atrévete a ser
una Madre de Guerra que sabe el poder que hay en el nombre de Jesús y va segura a
obtener la victoria!
“Levántate,
da voces en la noche, al comenzar las vigilias; Derrama como agua tu corazón
ante la presencia del Señor; Alza tus manos a él implorando la vida de tus
pequeñitos.” Lamentaciones 2:19